Prácticas de profesor de español

Muestra para analizar del período de prácticas




En este caso adjuntaré la reflexión que hice en la memoria de prácticas. No considero necesario volver a repetir la misma información. Las hice las dos primeras semanas de marzo, en la escuela Mediterráneo en Barcelona y me encargué de observar, planificar, llevar a cabo y evaluar las sesiones de conversación.


Antes de realizar el bloque de prácticas tan solo había ejercido como profesora de español en una ocasión, fue en una escuela de idiomas pero eran clases particulares y el alumno tenía muy claro lo que quería trabajar en cada sesión por lo que la planificación era en base a lo que necesitaba mejorar. Esta segunda vez como docente me ha mostrado la dificultad que tiene enseñar español y lo importante que es aprender a hacerlo, a buscar materiales, a evaluar o resolver dudas. Por este motivo, considero que para ser profesora de lengua española no basta con ser nativa sino que se necesita una gran formación y mucha experiencia para poder controlar todos los imprevistos que surgen tanto en la planificación como a lo largo de las sesiones.

En primer lugar, me  gustaría comentar la reflexión que hice después de leer la valoración que me hizo la tutora del curso.  Ella comentó que la realización de mis clases habían sido aceptables. En un inicio me sentí confusa, ya que la sensación que yo había tenido había sido muy buena, poco después me di cuenta que en unas prácticas sin tener experiencia como profesora de español no podían ser perfectas y habría sido un error que me lo dijera porque esto habría provocado que me relajase, que no viese la necesidad de evolucionar y mejorar. Así que, después de leer su valoración, me dispuse a mirar todos los puntos en los que podía mejorar, apuntarlos en una libreta y poder consultarlos en un futuro para observar si he evolucionado. De todos modos, creo que es importante pensar que mis clases siempre son aceptables y mejorables, de lo contrario sería un error.

Otro punto de reflexión ha sido sobre la importancia de conocer al grupo, la metodología que siguen y las dificultades que les suelen surgir a lo largo del proceso de aprendizaje. Si bien es cierto que en cada nivel hay unos errores comunes en todos los estudiantes, cada grupo es un mundo que hay que tener en cuenta. Esta es una parte de las prácticas que no me gusta y considero que hace que mi aprendizaje esté descontextualizado. El poco tiempo que pasamos con el grupo no nos permite conocerlos y, por lo tanto, no podemos hacer una planificación del todo adaptada a sus necesidades. Es cierto que he practicado mi planificación y mi exposición de los contenidos, pero si hubiese estado más tiempo creo que habría sido mucho mejor -tanto para el grupo como para mí-, ya que ellos, al ser un agente externo, tampoco se han sentido del todo relajados en las sesiones.

Con respecto al grupo, creo que conseguí empatizar con ellos. Me di cuenta de que crear un ambiente distendido donde ellos se sintiesen lo más cómodos posible facilitó que hubiese una participación bastante activa, que no tuviesen miedo ni vergüenza a preguntar. El problema surgió cuando grabé la sesión, como es normal se sentían observados, evaluados continuamente, por lo que no se atrevían a decir según que cosas por si se equivocaban hasta que fue pasando el tiempo y todos nos olvidamos de la cámara.

Cuando llegué a la escuela, la primera semana observé a la tutora, ella me comentó que aún llevando muchos años de experiencia no dejaba de sentirse nerviosa sabiendo que había alguien que la observaba y estaba aprendiendo tanto de los aspectos positivos como de los necesarios a mejorar, lo mismo me pasó a mí. Aunque tengo experiencia como docente el hecho de que hubiese alguien observando y tomando notas incrementaba mi estado de nerviosismo. Esto provocaba que en ocasiones estuviese más pendiente de lo que hacía la tutora que de la sesión, si bien es cierto que a medida que fueron pasando los días me sentía más cómoda y eso ayudó a que me olvidase de los agentes externos que intervenían en la impartición de las clases.

En esta reflexión final me gustaría tratar un tema que ya he nombrado en puntos anteriores: la importancia de controlar las normas gramaticales y de comunicación. La tutora prefirió, para no modificar el transcurso de su planificación, que yo me centrase en las clases de conversación, lo que agradecí. Cuando observaba como impartía las clases de gramática me sorprendía el gran abanico de definiciones que tenía, las miles de maneras para explicar un concepto y los muchos ejemplos basados en la vida cotidiana que les daba. Esta preocupación se la traspasé, y me tranquilizó saber que la experiencia es algo que ayuda mucho, tanto a sentirte cómoda con lo que se explica como a conocer la lengua española mucho más profundamente.

Finalmente, me gustaría decir que la tutora del curso me facilitó mucho mis prácticas, hizo que sintiese tanto el grupo como las sesiones mías, que tuviese la libertad para participar, ayudar a los alumnos y recomendar actividades. El tiempo que estuve con ella lo aprovechó para que los alumnos tuviesen un aprendizaje más individualizado. El único problema es que seguidamente después de cada sesión la profesora tenía una nueva clase por lo que no teníamos demasiado tiempo para comentar como había ido, qué íbamos a hacer en la siguiente sesión o traspasarle las dudas que me habían surgido, aún así el interés que tanto ella como yo tuvimos en las prácticas hizo que cualquier momento fuese bueno para planificar, hacer feedback o reflexionar sobre cómo había ido.  Por tanto, estoy muy contenta del resultado de mis prácticas, he aprendido muchísimo de mi tutora y me llevo parte de su metodología que sin querer introduciré en la mía. 






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